viernes, 7 de diciembre de 2012

¡En Mercurio hay hielo!


Tres estudios independientes realizados con varios de los instrumentos de la misión Messenger revelan que en el polo norte de Mercurio, el más interno de los planetas del Sistema Solar, existe una gran cantidad de hielo de agua y una misteriosa "capa oscura" de compuestos orgánicos.


Mercurio es el planeta más cercano al Sol. De hecho, se encuentra solo a 58 millones de km, tres veces más cerca del astro rey que la Tierra. Por eso, las temperaturas alcanzan allí valores realmente infernales: hasta los 450 grados en su ecuador. A pesar de eso, la sonda Messenger, de la NASA, acaba de aportar pruebas inequívocas de la existencia de una gran cantidad de hielo en el planeta, oculto en el interior de profundos y oscuros cráteres en su polo norte. Un hielo que, además, está cubierto de compuestos orgánicos.

No es solo uno, sino tres los estudios publicados hoy en Science los que revelan este descubrimiento sensacional y que parece, en principio, al margen de toda lógica: el primer análisis, para el que se utilizó el espectrómetro de neutrones de la Messenger, midió un exceso de hidrógeno en el polo norte del planeta; el segundo se centró en la reflectancia (la capacidad de reflejar luz) de los depósitos polares de Mercurio en una longitud de onda cercana al infrarrojo; y el tercero llevó a cabo el primer modelo detallado de las temperaturas superficiales del planeta, utilizando los datos topográficos que desde hace ya un año está recogiendo la nave. Las conclusiones son abrumadoras: en Mercurio hay agua en abundancia, y ésta se conserva en forma de hielo.

Dada su proximidad al Sol, Mercurio podría parecer el lugar más improbable del Sistema Solar para un hallazgo semejante. Sin embargo, y debido a que la inclinación de su eje de rotación es de menos de un grado, existen regiones enteras (en las zonas polares) que no reciben nunca la luz del Sol. En esas áreas las temperaturas descienden hasta los 185 grados bajo cero. Desde hace ya varias décadas los investigadores consideran la idea de que podría haber hielo de agua (y otros volátiles) confinados allí. Pero hasta ahora se trataba solo de una teoría.

La idea, sin embargo, recibió un gran impulso en 1991, cuando el telescopio de Arecibo, en Puerto Rico, detectó unas extrañas y brillantes manchas de radar precisamente en los polos de Mercurio. Manchas que reflejaban la luz de la misma forma en que lo haría el hielo. La mayor parte de esas manchas, además, procedían precisamente de una región que había sido fotografiada dos décadas antes, en los años 70, por la sonda Mariner 10. Una región llena de profundos cráteres de impacto. Desafortunadamente, durante su misión la Mariner sólo pudo ver menos de la mitad del planeta. Sus datos eran demasiado fragmentarios como para sacar conclusiones sólidas.

La revolucionaria sonda Messenger



Pero la llegada del Messenger a Mercurio (el año pasado) cambió por completo las cosas. La sonda, en efecto, ha podido verificar sin ninguna duda que aquellas manchas brillantes de hace 20 años en el radar de Arecibo coincidían a la perfección con las zonas de sombra polares, que nunca reciben la luz solar. La hipótesis del "hielo mercuriano", pues, volvía a cobrar fuerza.

Pero los datos del Messenger han ido mucho más allá. No solo hay hielo de agua en el mundo más caliente del Sistema Solar, sino que ese hielo, además, es extraordinariamente abundante. De hecho, es el mayor de los constituyentes de los depósitos de su polo norte y, además de en el interior de los cráteres, existe también muy cerca de la superficie y justo bajo una capa de un extraño "material oscuro" que aparece en casi todos los depósitos minerales y que permite que el hielo se mantenga estable. "La concentración de hidrógeno en la capa enterrada -explica David Lawrence, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins y autor principal de uno de los trabajos- es consistente con la existencia de hielo de agua prácticamente puro".
Por su parte, David Page, de la Universidad de California, aclara la naturaleza del extraño "material oscuro". Se trata, explica el investigador, de una mezcla de componentes orgánicos complejos, llegados hasta Mercurio a caballo de numerosos asteroides y depositados allí tras los impactos. Ese material orgánico podría haberse oscurecido como consecuencia de la tremenda cantidad de radiación (procedente del Sol) que inunda toda la superficie del planeta, incluso las zonas más oscuras.

Para Sean Solomon, investigador principal de la misión, "durante más de 20 años el jurado ha estado deliberando sobre si un planeta tan cercano al Sol podía tener hielo en abundancia en las zonas de sombra permanente de sus polos. Ahora la Messenger ha emitido un veredicto afirmativo y unánime".

Sin embargo, estos espectaculares e inesperados datos han suscitado, de inmediato, nuevas cuestiones. «¿Está ese material oscuro de los depósitos polares - se pregunta Solomon- formado mayoritariamente por compuestos orgánicos? ¿Qué clase de reacciones químicas ha experimentado ese material? ¿Puede existir en Mercurio alguna zona aislada en la que esos compuestos se mezclen con agua en estado líquido? Solo si seguimos explorando Mercurio de forma continuada podemos esperar hacer algún progreso y responder a estas preguntas».

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